Vamos a contar mentiras
Mentir está de moda. ¿Que hay que idear una patraña para justificar una declaración de guerra? No hay problema. Sólo hay que ponerle voluntad. Amén de seguir cuatro sencillos pasos. Uno: nos inventamos unas armas (de destrucción masiva, por supuesto). Dos: las localizamos en algún país de nombre impronunciable. A ser posible con abundante petróleo. Tres: hablamos con unos cuantos colegas presidentes. Último paso: a invadir, que son dos días! Bush lo hizo. Blair lo hizo. Aznar posó con ellos para la foto en las Azores. Los tres mintieron. Y los iraquíes pagaron las consecuencias.
Porque ha sido el pueblo iraquí el más perjudicado. La excusa de la invasión era derrocar a Sadam. Pero es su pueblo el que se despierta diariamente con noticias de nuevos atentados. La decisión llevaba meses tomada. Había que justificarla ante la opinión pública. La catástrofe humanitaria era lo de menos.
A pesar de todo, a nadie parece importarle demasiado. Bush fue reelegido. Dios bendiga América! Y Blair ha seguido el mismo camino. Dios salve a la reina! La sinceridad ya no es necesaria para optar a la presidencia. Engañar a millones de ciudadanos ha pasado a ser algo normal. Y es que, visto lo visto, la mentira está absolutamente tolerada en las democracias occidentales. Es el todo vale.
¿Debemos acostumbrarnos? ¿Hay que cruzarse de brazos ante las mentiras gubernamentales? Definitivamente, no. La Democracia no lo merece. Los ciudadanos no lo merecen. Disponemos del arma necesaria para expulsar la mentira del poder. Nuestro voto. No es cuestión de ideologías. Es cuestión de dignidad.
Porque ha sido el pueblo iraquí el más perjudicado. La excusa de la invasión era derrocar a Sadam. Pero es su pueblo el que se despierta diariamente con noticias de nuevos atentados. La decisión llevaba meses tomada. Había que justificarla ante la opinión pública. La catástrofe humanitaria era lo de menos.
A pesar de todo, a nadie parece importarle demasiado. Bush fue reelegido. Dios bendiga América! Y Blair ha seguido el mismo camino. Dios salve a la reina! La sinceridad ya no es necesaria para optar a la presidencia. Engañar a millones de ciudadanos ha pasado a ser algo normal. Y es que, visto lo visto, la mentira está absolutamente tolerada en las democracias occidentales. Es el todo vale.
¿Debemos acostumbrarnos? ¿Hay que cruzarse de brazos ante las mentiras gubernamentales? Definitivamente, no. La Democracia no lo merece. Los ciudadanos no lo merecen. Disponemos del arma necesaria para expulsar la mentira del poder. Nuestro voto. No es cuestión de ideologías. Es cuestión de dignidad.
3 comentarios
jordi -
La verdad es que me gusta mucho la manera que tienes de enfocar los temas, se hacen amenos.
Lolo -
Nadia -
Es una humilde opinión, no lo tengas en cuenta.