El ganador se lo lleva todo
Capítulo segundo: En el que el autor cambia de estilo y reflexiona sin más. Y sin más, por ello, se aburre (y aburre).
Nadie me dijo que esto de vivir iba tan en serio (O quizás sí me lo dijeron. Y yo no escuché con la atención debida). No sé si alguién, alguna vez, me confesó que la vida estaba plagada de decisiones traumáticas y dolorosas. Que se avanza renunciando (de lo contrario se renunciar a avanzar). Que elegir un camino, no implica abandonar el deseo de recorrer otros caminos posibles. No recuerdo a nadie advirtiéndome de lo arriesgado de no correr riesgos (Las mayores apuestas son las que obtienen los mayores beneficios. Y el ganador se lo lleva todo)
La tormenta arrecia. Quedémonos en casa. Pongamos una película y preparemos palomitas de microondas. Refugiémonos en el calor y la seguridad del hogar. Y mientras, alguien, ahí fuera, puede estar viviendo nuestras vidas. Puede que tenga el trabajo que nosotros queremos, o que disfrute de la compañía de aquellos(nota importante sobre aquellos:lector, elije tú mismo si deseas plural o singular; masculino o femenino) con quién estaríamos contentos de compartir nuestro tiempo. Y se ven pasar las oportunidades, y ahí seguimos, aguantando el tipo y comiendo palomitas de microondas. Pero, oye, es que a nadie le gusta caminar bajo la lluvia. Sin embargo, sólo hay sitio para el ganador. Y parece que sólo puede haber un ganador.
Asume, amado lector, que el premio no es un cómodo sillón en una limpia y ordenada oficina. No es una bonita casa, con mujer, hijos y perro a juego. El premio es vivir como realmente se desea vivir. La recompensa es poder aguantar la mirada del tipo que te juzga todas las mañanas frente al espejo del cuarto de baño (el autor reconoce la demagogia barata de las dos últimas frases, pero reivindica su derecho a escribir lo que le salga de los huevos.)
Sintámonos arrastrados por la embriagadora magia de las enumeraciones: argumentos a nuestro favor: (Amigos, trabajo, familia) cenas, electrodomésticos con descuento, borracheras, pantalones acampanados, risas, móviles de última generación, Los simpsons, resacas, bebidas con soja, películas de Woody Allen, percheros automáticos, charlas en bares, vacaciones organizadas (familia, trabajo, amigos)... ¿Seremos los ganadores sin saberlo? Y si es así, ¿por qué sigo teniendo la sensación de haberme dejado algo en algún punto del camino?
Siempre nos queda el recurso de pensar que todo esto no va con nosotros. O que estas son las palabras de un resentido con mucho tiempo libre.
Más reflexiones estúpidas en próximos capítulos.
Nadie me dijo que esto de vivir iba tan en serio (O quizás sí me lo dijeron. Y yo no escuché con la atención debida). No sé si alguién, alguna vez, me confesó que la vida estaba plagada de decisiones traumáticas y dolorosas. Que se avanza renunciando (de lo contrario se renunciar a avanzar). Que elegir un camino, no implica abandonar el deseo de recorrer otros caminos posibles. No recuerdo a nadie advirtiéndome de lo arriesgado de no correr riesgos (Las mayores apuestas son las que obtienen los mayores beneficios. Y el ganador se lo lleva todo)
La tormenta arrecia. Quedémonos en casa. Pongamos una película y preparemos palomitas de microondas. Refugiémonos en el calor y la seguridad del hogar. Y mientras, alguien, ahí fuera, puede estar viviendo nuestras vidas. Puede que tenga el trabajo que nosotros queremos, o que disfrute de la compañía de aquellos(nota importante sobre aquellos:lector, elije tú mismo si deseas plural o singular; masculino o femenino) con quién estaríamos contentos de compartir nuestro tiempo. Y se ven pasar las oportunidades, y ahí seguimos, aguantando el tipo y comiendo palomitas de microondas. Pero, oye, es que a nadie le gusta caminar bajo la lluvia. Sin embargo, sólo hay sitio para el ganador. Y parece que sólo puede haber un ganador.
Asume, amado lector, que el premio no es un cómodo sillón en una limpia y ordenada oficina. No es una bonita casa, con mujer, hijos y perro a juego. El premio es vivir como realmente se desea vivir. La recompensa es poder aguantar la mirada del tipo que te juzga todas las mañanas frente al espejo del cuarto de baño (el autor reconoce la demagogia barata de las dos últimas frases, pero reivindica su derecho a escribir lo que le salga de los huevos.)
Sintámonos arrastrados por la embriagadora magia de las enumeraciones: argumentos a nuestro favor: (Amigos, trabajo, familia) cenas, electrodomésticos con descuento, borracheras, pantalones acampanados, risas, móviles de última generación, Los simpsons, resacas, bebidas con soja, películas de Woody Allen, percheros automáticos, charlas en bares, vacaciones organizadas (familia, trabajo, amigos)... ¿Seremos los ganadores sin saberlo? Y si es así, ¿por qué sigo teniendo la sensación de haberme dejado algo en algún punto del camino?
Siempre nos queda el recurso de pensar que todo esto no va con nosotros. O que estas son las palabras de un resentido con mucho tiempo libre.
Más reflexiones estúpidas en próximos capítulos.
2 comentarios
jordi -
Me uno junto a vosotros para acercar mi más humilde punto de vista a un tema que, desde mi sincera reflexión creo que esta vida de por sí es un juego, en el que tanto los ganadores como perderores ( los hay )perdemos siempre. Un juego con sus casillas de retrocesos y avances, con las fichas de colores y los dados que son los días...Lo único que puede diferenciar este juego es que cuando llegas a la meta, no vuelves a empezar...
Caminos hay muchos, ( tb hay atajos ) pero, ¿ a dónde conducen ? Si nos damos cuenta cojas el camino que cojas siempre vas a parar al mismo punto de salida, a veces con más kilos y otras con menos pelo, pero siempre volverás a ese cruce en el cual días antes decidias si ir por la derecha o por la izquierda y al final seguiste recto. Y es que si conocieramos los caminos,no los andaríamos.
Lolo -
¿A qué has renunciado tú compañero?, me pregunto si te lo habrás preguntado alguna vez o solamente ha sido un reflejo de algún eco en tus pensamientos. ¿Has sentido la frustación?... Yo Siempre pensé que solo merecía la pena competir para ganar, y hace ya tiempo que dejé de competir en torneos de gallos,... Pero, aún así, yo tb creo que el ganador se lo lleva todo, y bajo la sombra de un gran árbol observo con atención y apuesto por el marrón.